lunes, 29 de diciembre de 2014

(D.F. 28) UNA PELIGROSA VÍA DE ESCAPE


A pesar del la cantidad de objetos y basura, dejados en la puerta, esta empezó a moverse. Los mutantes al otro lado introdujeron el extremo de una barra metálica para hacer palanca; los prisioneros debían apresurarse sacando toda la basura que obstaculizaba la entrada a las alcantarillas. Algo empezó a moverse entre toda aquella porquería y antes de que pudieran reaccionar, de allí salió un pequeño caimán de poco más de metro y medio y de color grisáceo, cuyas temibles mandíbulas se clavaron en la pierna del desdichado Pablo. Cesar con su fusil apunto para disparar contra cualquiera de las dos amenazas que los acechaban, abrió fuego contra el temible reptil, Casandra con la pistola que le había pasado su mentor, también disparó contra más caimanes que empezaron a surgir de la alcantarilla, en total fueron cinco los lagartos que salieron de las profundidades. Julia apartó a su hijo herido del lugar de la acción y lo mismo pasó con Roma y su hija Pétalo, pero si habían más de aquellos animales allí debajo, debieron asustarse por el estruendo de los disparos, lo mismo les ocurrió a los mutantes que intentaban entrar por la puerta, que retrocedieron atemorizados pensando que aquellos disparos iban dirigidos a ellos. 
─ ¡Julia hazle un torniquete a tu hijo, que te ayude Roma! Casandra, aprovecha para afianzar la puerta mientras yo vigilo el agujero ─ ordenó Cesar.
─ ¡No, ella no! ─ gritó Pablo al ver acercarse a la mujer mutante.
─ Está bien, no pasa nada, yo te curaré ─ le tranquilizó Julia.
─ Ayudaré a la otra mujer ─ dijo Roma. Al ver que los disparos habían cesado los mutantes del otro lado de la puerta se acercaron con la misma barra a la puerta, al ver a uno de ellos a través de la rendija, Casandra abrió fuego y Roma volvió a cerrar la puerta que entre las dos mujeres volvieron a atrancar lo mejor que pudieron, dejando a aquella amenaza fuera durante un rato. Cesar le pasó su mochila a Julia la cual sacó de su interior el botiquín de emergencia y empezó a practicarle un torniquete a su hijo. Cesar por su parte, sin soltar su arma, empezó a agrandar aquel agujero todo lo que pudo. A pesar del peligro que les acechaba allí dentro, en aquel momento se había convertido en su única alternativa de salvación. También la pequeña Pétalo ayudó a Cesar en su labor; al verla su madre sabiendo que ya había hecho todo la posible por atrancar la puerta corrió hacia el agujero y apartando a la niña de un empujón, para resguardarla del peligro, ocupó su lugar sin dudarlo un instante asta que agrandaron lo suficiente aquella abertura.
La montaña de basura del sótano, que asta ese momento había tapado la entrada a las alcantarillas, llegaba al mismísimo pestilente río subterráneo, razón por la que la familia de caimanes mutantes que acababan de exterminar, hicieron allí su madriguera, impidiendo así que las ratas escarbaran entre aquel montón de basura para llegar al sótano. 
Cesar le dijo a Julia que sacara de su mochila la potente linterna que llevaba consigo. Los visores infrarrojos de sus máscaras les permitían ver en aquella oscuridad casi total, pero ni Roma ni Pétalo, a pesar de ser mutantes y estar habituadas a la oscuridad podían ver en aquel oscuro abismo, eso sumado al temor a la luz que tenían el resto de las criaturas de aquel submundo, convertía a la linterna casi en un arma más. Cesar con la linterna y su rifle, fue el primero en entrar, seguido de Julia que ayudaba a Pablo, provisto además de una oxidada muleta encontrada entre la basura, Roma detrás con Pétalo en brazos. Casandra fue la última en entrar, con su pistola y una improvisada antorcha.

 Jotacé.

lunes, 22 de diciembre de 2014

(D.F. 27) ¿DONDE ESTA ARTURO?


─ ¡Terminad de desatar al resto! ¡Ahí hay ropa para Pablo! Y… ─ Cesar sacó de entre su ropa la máscara de Pablo se la lanzó ─ su máscara. ¡Póntela!                     
En el exterior los mutantes aporreaban la puerta, Roma sujetaba el pomo, Cesar cogió un alargado y resistente tubo de plomo y la terminó de atrancar. Casandra apenas tardó unos segundos en desatar a Pablo y a Julia.                
─ ¡¿Dónde está Arturo?! ─ preguntó Julia.                                                                      
─ ¡Creía que estaba con vosotros!                                                                              
─ Es evidente que ninguno sabemos donde está. ¡¿Por que no nos concentramos en salir de aquí?! Tal vez debajo de este montón de basura haya alguna salida ─ Sugirió Casandra ─ ¡Los mutantes pronto lograrán entrar!                    
─ Si, hay una entrada a las alcantarillas y también ratas, lagartos y otras bestias ─ dijo Roma
─ ¡Ahora es nuestra única opción! ─ contestó Cesar empezando a apartar la basura                                                                                                                        
─ ¡Eh! ¡Los de dentro! ¡Si os entregáis pacíficamente, os aseguro que os dejaremos vivir! ─ Gritó uno de los mutantes desde el otro lado de la puerta.               
─ Prefiero a las ratas ─ dijo Pablo ya vestido y empezando a sacar basura de en medio.                                                                                                                   
─ Está bien les pondremos las cosas difíciles, dejemos la basura en la puerta ─ dijo Cesar.  
El tiempo corría en su contra, los mutantes cada vez golpeaban con más fuerza.                                                                                                                                                                                                                                                                              
Horas antes, Arturo viendo que habían cesado las idas y venidas de los mutantes, salió de su escondite y corrió antes de que le alcanzara la noche. Un grupo de gatos salvajes, grandes, deformes pero ágiles y veloces, vio en él a la presa perfecta y pronto los tuvo encima, por suerte su traje, lo protegía de los zarpazos y mordiscos de aquellos temibles felinos, aún así lograron derribarlo. Sacó la pistola de su cartuchera y disparó al aire, si tan siquiera apuntar, lo que provoco que los hambrientos felinos huyeran en desbandada. Por unos minutos permaneció tumbado, intentando recuperar el aliento perdido. Los nubarrones empezaron a oscurecer el cielo, pronto llegaría la noche, pero la lluvia acida fue primero y aunque aquel traje proporcionado por los habitantes de la ciudad subterranea podía aguantarla sin problema, luego saldrían todo tipo de criaturas mutantes, sedientas de sangre. Ya estaba cerca del que había sido su refugio en los últimos veinte años. Se levantó y comenzó a andar a paso ligero bajo la lluvia.                                                                                                             
Llegó al río que atravesaba la ciudad y al puente que lo atravesaba, pero derruido, le faltaba un gran tramo completado por un estrecho y enclenque puente colgante, hecho de lianas y trozos de oxidada chapa de coches de las que cualquier persona cuerda desconfiaría y más con aquella lluvia, que lo hacía todavía más vulnerable si era posible. Cuando llegó a aquel tramo de puente, Arturo miró hacia su espalda y luego al abismo bajo sus pies, Tragó saliva, se agarró bien a las lianas y dio su primer e inseguro paso, volver hacia atrás era inviable.                                                                                                                                                     
Jotacé.

jueves, 18 de diciembre de 2014

SOLA EN LA OSCURIDAD (Carolyn Sanfel)


Primera entrega de la saga Eternity, promete una historia llena de amor y romanticismo, acción, y mucho sexo... Vampiros, licántropos, brujas... todos juntos serán tu compañero ideal. Todo en la vida de la joven Juliette era tranquilo. Tenía diecisiete años, una familia que la adoraba, un novio que la quería... hasta que un día un barco pesquero llegó a Livorno. Giovanni era un poderoso vampiro creado en el siglo XII, cuando llegó al puerto de Livorno, jamás pensó que se enamoraría perdidamente de una humana. Aquel vampiro cambió la vida de Juliette por completo, haciéndole conocer el amor pero también el dolor. Ahora en la actualidad, Juliette es una poderosa vampira de cinco siglos de antigüedad, que debe enfrentarse con su pasado. Giovanni ha venido a buscarla después de haber pasado siglos sin saber de ella, pero lo que está sucediendo en el mundo es mucho más importante que todo lo que entre ellos dos sucede. Scarlett, una vampira original, junto con Erwan, han resucitado al Dios egipcio Seth, uno de los primeros vampiros creadores de la especie, y han creado a un ejército de sangrientos neófitos dispuestos a acabar con toda la Humanidad y todos los vampiros. Una gran alianza entre licántropos y vampiros, será necesaria para poder unir sus fuerzas y enfrentarse a los neófitos y destruirlos. ¿Podrán licántropos y vampiros unirse para luchar juntos? ¿Sera una alianza definitiva para sus especies? ¿Podrán derrotar al poderoso dios Seth? ¿Descubrirán los planes de Scarlett? Y lo que es más importante, ¿podrán Juliette y Giovanni mantener sus sentimientos a un lado?

lunes, 15 de diciembre de 2014

(D.F. 26) BUSCANDO A LOS PRISIONEROS


En un rincón cercano a la puerta de entrada a la antigua y ruinosa sala de actos, Cesar y Roma veían como los mutantes descolgaban al pobre Pablo para después llevárselo entre dos de ellos seguidos por Lilith, la mujer mutante que le había salvado la vida en el último momento. Los mutantes allí reunidos empezaron a marcharse o a buscar un rincón tranquilo donde pasar la noche. Roma llamó la atención de Cesar haciéndole mirar hacia abajo, donde su hija Pétalo con una extraña mueca a modo de sonrisa les mostraba la máscara del traje de supervivencia del desdichado Pablo, Cesar se la cogió para seguidamente esconderla entre los harapos que componían su disfraz.                         
─ Será mejor que vaya a buscar a mis amigos ─ dijo serio.                                              
─ No lo creo, llamarías demasiado la atención, lo mejor será que valla yo.                                                                                                                                                   
─ ¿Y como se que no me traicionaras?                                                                       
─ Por que si te traicionara no te dejaría al cargo de Pétalo, a ella es mi vida. Ahora será mejor que busquéis un lugar apartado donde no llames la atención, procuraré darme prisa.                                                                                     
Cesar asintió incomodo. La mujer los dejó sentados en un oscuro rincón con la esperanza de pasar inadvertidos, la niña sacó una muñeca rota y desnuda. Al ver el juguete, apenas un trozo de plástico descolorido y con forma humana, Cesar pensó que era la metáfora perfecta de lo que le estaba ocurriendo a la raza humana, al menos a aquellos supervivientes ahora convertidos en mutantes. Alguien más estaba pendiente de la niña.                                    
─ ¡Eh pequeña! Ven conmigo, tengo algo que te gustará mucho ─ dijo un mutante escuálido y rostro desfigurado tal vez por exponerse demasiado a la lluvia acida.                
Pétalo corrió a los brazos de Cesar acurrucándose bajo su protección.                
─ ¡Eh amigo! Cuanto pides por pasar un rato con ella.                                              
─ No está en venta.                                                                                                                     
─ ¿De verdad? Mira si me la cedes igual te perdono la vida ─ dijo amenazador el mutante mientras le mostraba un trozo de tablón con dos oxidados clavos en uno de los extremos.                                                                          
─ No te lo repetiré dos veces. ¡Piérdete! ─ contestó Cesar sacando del interior de sus harapos un enorme, afilado y brillante cuchillo.                                               
El mutante miró el arma con fascinado terror.                                                            
─ Está bien, tu ganas ─ Obedeció el mutante sin dejar de mirar el arma de Cesar.                  
Pasó poco más de una hora hasta el regreso de Roma, la cual llevaba a cuestas un enorme fardo.                                                                                                                  
─ Vamos ya se donde se encuentran tus amigos.                                                     
Cesar se levantó y agarrando a la niña de la mano, siguió a la mujer.                 
─ ¿Qué llevas ahí? ─ preguntó intrigado señalando el enorme fardo.                     
─ Ropa, disfraces para que pasen inadvertidos y para vestir a tú amigo, que ya se ha reunido con el resto.                                                             
Regresaron al vestíbulo y de allí a un oscuro pasillo, en el centro un mutante hacía guardia junto a una puerta.                                                                                  
─ Dame un arma, me ocuparé del guardia.                                                                        
Cesar le pasó el cuchillo y la mujer lo escondió entre sus propias ropas, unos segundos después, el mutante guardián yacía sentado en el suelo, Cesar y Pétalo se reunían con Roma, abrieron la puerta y decidieron que lo mejor era que la niña bajara con la ropa y el cuchillo para liberar a los prisioneros.                                   
En el oscuro sótano, Casandra, que había logrado desatarse por sus propios medios, se abalanzó contra la niña y Cesar tubo que bajar corriendo para detenerla.                                                                                                                              
Al otro lado del pasillo el mutante que minutos antes incordiara a Cesar y a Pétalo, ahora aparecía junto con Roca y un grupo de Mutantes.                                    
─ ¡Ahí están! ¡Son ellos!                                                                                                 
Al verlos acercarse, Roma, entró en el sótano atrancando la puerta por dentro.                                                                                                                                                        
Jotacé.     

martes, 9 de diciembre de 2014

LA SOLEDAD DEL ZOMBI (Julián Sánchez Caramazana)


"Dos años y pico después, el caos, el horror más crudo, se desata en Barcelona.
Ella se arrastra sola, destruida, centinela y guardián… y algo en la muerte recibe una señal de vida. ¿Hay una alianza entre primigenios, profundos, Cthulhu y el Espejo de las Miradas; o una venganza desde tiempos remotos, innombrables y abismales?

Unos ojos azules, una cabeza seccionada, el terror dentro del horror más oscuro sin abandonar el humor negro, nuevos personajes, una vida cada vez menos llevadera, un Departamento Civil del Ministerio del Ejército, su jefa, la Rusa, el investigador de lo paranormal más odiado, muerte, vida, una nueva especie de criaturas y Flora.

Esta es la segunda parte de la saga La Soledad del Zombi, con el mismo título en ésta ocasión, cuya primera parte fue considerada una de las mejores novelas publicadas en España y en Europa en 2011, en su fusión de literatura lovecraftiana con la temática zombi.

¿Te atreves a leerla, a mirarla? No lo olvides, hay miradas que matan."

lunes, 8 de diciembre de 2014

(D. F. 25) SANGRE NUEVA



Todos los mutantes allí presentes, miraban casi hipnotizados como su líder Roca, armado de unas oxidadas tijeras de podar, hacía trizas el traje de supervivencia de Pablo, colgado boca debajo de una vieja lámpara y con las manos atadas a la espalda.                                                                                                 
─ ¿Qué le van a hacer? ─ preguntó Cesar, atónito y viendo a lo que había llegado la raza humana.                                                                                                     
─ Su carne es tierna y nunca ha estado expuesta a las toxinas de la atmosfera como la de otros animales ─ contestó Roma con toda la naturalidad del mundo.                                                                                                                                       
Cesar, dispuesto a todo por evitar dicho sufrimiento a su compañero, alzó su fusil con la intención de sacarle los vendajes que lo cubrían, para entrar en acción. La mutante, enseguida adivinó sus intenciones y le agarró el brazo, negando con la cabeza.                                                                                                      
─ El ya está perdido.                                                                                                         
Durante un momento la mujer mutante notó como Cesar la miraba impotente tras su disfraz, él sabía que Roma tenía razón, la única posibilidad de salvar al resto de la expedición era dejando que aquellos monstruos mataran al desdichado de Pablo, impotente y frustrado siguió mirando lo que creía era el fin de su amigo.                                                          
Pétalo la hija de Roma se perdió entre la gente, llegando hasta la primera fila donde otra mujer mutante, sostenía en sus manos la máscara del traje del desdichado Pablo. Pétalo, sin pensarlo dos veces le arrebató la máscara para perderse nuevamente entre la gente, Lilith que así se llamaba la mujer vio desaparecer a la niña, sin impedírselo,  abstraída  y pensativa por un momento, entonces miró al hombre allí colgado, desnudo y sin ninguna imperfección en su cuerpo, sin pensarlo dos veces subió a la pequeña tarima donde Roca, se disponía a degollar a su víctima. Cuando el oxidado cuchillo ya rozaba el cuello de la desdichada víctima, Lilith lo detuvo. Toda la sala protestó en un gran clamor.                                                               
─ ¡¿Qué haces mujer, Cómo te atreves?! ─ le gritó Roca alzando la mano, dispuesto a golpearla con todas sus fuerzas.                                                                
─ ¡Antes nos has contado como uno de ellos os ha tenido con una de sus armas! ¡Él nos puede enseñar a manejarlas, podríamos hacernos con el control de toda la ciudad y nos sería más fácil cazar otras bestias!                                 
─ ¡Sí, es una buena idea! ¡Pero eso también nos lo pueden enseñar las dos hembras! ─ dijo Roca que bajó la mano calmando su furia.─ ¿Por qué privarnos de un estupendo manjar?                                                                                           
La mujer le dio un cachete en el desnudo trasero del aterrorizado Pablo.                 
─ Es cierto, está sano, como nosotros no volveremos a estarlo nunca, Hasta ahora ni su cuerpo ni su sangre habían estado expuestos al mundo exterior. ¡Cada vez nacen menos niños y la mayoría nacen muertos o mueren al poco tiempo! ¡Ellos son sanos y fuertes! ¡Ellos pueden darnos a nuestra próxima generación!                                                                                           
De repente dejaron de ver al pobre Pablo como un animal y empezaron a verlo con otros ojos, las mujeres con ojos de deseo y los hombres imaginaron como debían ser las dos mujeres desnudas con sus cuerpos tan sanos y perfectos como los del joven. Durante unos minutos el silencio se apoderó de la sala.                                                                                         
─ ¡¿Qué decís, queréis sangre nueva para nuestros hijos?! ─ Exclamó Roca dirigiéndose a la audiencia.                                                                                                          
─ ¡SANGRE NUEVA! ¡SANGRE NUEVA! ¡SANGRE NUEVA…! ─ Respondieron todos los congregados allí.                                                                                  
─ ¡Está bien mujer! ¡Tú serás la primera en disfrutar de él! ─ luego, se inclinó para agarrar al aterrorizado Pablo del pelo ─ y tú, será mejor que te comportes como un hombre o ya sabes lo que te espera. ¡Descolgadlo y llevadlo a una aviación donde puedan tener algo de intimidad! ─ dijo soltando una terrible carcajada.                                                                        

Jotacé.

jueves, 4 de diciembre de 2014

DESENTERRANDO CARNAVALES (Matías Balbastro)


Seba y Pablo empiezan la ultima etapa de su viaje en Salta, despues de un largo periplo por la Patagonia. El carnaval, la arqueologia, el amor, el humor, las ausencias envuelven estas pequenas aventuras llenas de talco, bombitas de agua y papelitos de colores a miles de metros sobre el nivel del mar.

lunes, 1 de diciembre de 2014

(D. F. 24) EL TRATO


Una vez terminó de bajar las escaleras, la deforme niña dejó el abultado fardo en el suelo y sin soltar el afilado cuchillo, se acercó amenazante a la temblorosa y suplicante Julia.                   
─ ¡No por favor! Por favor…                                                                                            
Casandra se abalanzó sobre la niña tirándola al suelo, le arrebató el cuchillo y ya lo alzaba contra la niña cuando una mano enguantada le sujetó por la muñeca para separarla da la deforme mujercita.                                                     
─ ¡No Casandra! Ella viene conmigo ─ dijo una voz que conocía muy bien.                                                                                                                                                   
El mutante, que había bajado rápidamente las escaleras al ver lo que ocurría, se quitó la capucha y los vendajes que le cubrían el rostro tras el disfraz estaba la mascara de un traje de supervivencia y al otro lado de la máscara podía distinguir el rostro de su tutor, Cesar.                                                            
─ ¡Creía que nunca volvería a verte! ─ dijo Casandra abrazándolo.                      
─ Pues ya ves que no. Ahora subiré arriba para seguir haciendo guardia. Pétalo os ayudará a liberaros y os dará disfraces para que podamos salir de aquí. Daos prisa, no tenemos mucho tiempo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      
Unas horas antes Cesar había conseguido emboscar con su fusil a Roca y sus secuaces, amenazándoles para que liberaran a sus amigos. Pero Roca en vez de enviar uno de sus hombres a liberar a los prisioneros, le ordenó en secreto que diera la vuelta a la calle, para coger a Cesar por la espalda. Cuando el mutante estuvo apunto de conseguir su objetivo Cesar fue advertido del peligro por una voz desconocida. Consiguió matar al mutante traidor y herir a otro pero el resto, incluyendo a Roca, consiguieron huir sin que Cesar lograra su objetivo. Al acercarse al viejo contenedor de basura donde creía debía estar escondido uno de sus compañeros, para su sorpresa, quién allí le esperaba era a la mujer mutante que habían visto aquella mañana en la casa donde pasaron la noche, con su hija a la cual protegía de la luz solar con una veja manta.                  
─ ¿Qué quieres mujer? ¿Por qué me has salvado?                                                  
─ Quiero que nos lleves al lugar del que venís.                                                         
─ ¿Por qué razón quieres ir allí? No somos iguales.                                                          
─ ¿Ah no? ¿Acaso no somos seres humanos igual que tú y tus compañeros?                   
─ Si, supongo que sí aunque a veces cuesta creerlo. Os llevaré con una condición, me tendréis que ayudar a rescatar a mis amigos ─ respondió Cesar sonriendo irónico.                                                                                                                           
─ ¿Estás loco? A tus compañeros ya los puedes considerar muertos. ¿Que prisa tienes en seguir su mismo camino?                                                                  
─ Sí eso es cierto, quiero verlo con mis propios ojos. Puedes ayudarme y luego acompañarnos o puedo hacerlo solo y con menos probabilidades de salir con vida para llevarte con nosotros.                                                                                   
─ Estás loco, pero esta bien… te ayudaré.                                                                  
Poco después la mujer que dijo llamarse Roma, dejó a su hija Pétalo con Cesar en el mismo escondite donde habían estado viendo la escena, tardó poco menos de una hora en regresar con un fardo cargado de ropa vieja y trapos con los que confeccionaron el disfraz de Cesar, su mochila cubierta por aquellos ropajes le daba el aspecto de una enorme joroba, también su fusil fue recubierto por vendajes para que nadie viera el arma. Así vestido, cojeando encorvado y ocultando su máscara protectora con vendajes y la capucha de su vieja gabardina y acompañado por la mujer mutante y su hija, nadie notó la presencia del extraño y mucho menos, cuando estaban pendientes del dantesco espectáculo que se desarrollaba al fondo de la gran sala de actos de lo que en otro tiempo había sido un hotel de lujo en la vieja ciudad.                                                                                                                                                                                                                                                                         
Jotacé.

jueves, 27 de noviembre de 2014

A VUESTRAS MENTES DISPERSAS (Joan Antoni Fernández)


El joven Ricardo Barta despierta en un hospital. Al parecer, ha sufrido un grave accidente ferroviario. Pero no recuerda qué hacía él en aquel tren, ni quién era la misteriosa mujer en cuyos brazos cree haber muerto. Y eso es solo el comienzo de su pesadilla. Alguien misterioso quiere matarle de nuevo. Poco a poco, su vida cotidiana se convertirá en algo extraño, cada vez más desconcertante, a cada momento cambiante. Y lo que Ricard irá descubriendo en su frenética huida le desconcertará todavía más. Seres capaces de saltar entre mundos paralelos, una organización poderosa que trata de controlarlos a todos. Y siempre en pos de su propio futuro, de su esquivo pasado.

¿Quién es él realmente? ¿Podrá descubrir la verdad a tiempo, antes de que los Hijos del Caos o la implacable MemePol acaben con su vida?

¿Dónde está la realidad, existe acaso? ¿Qué futuro le depara a la raza humana cuando alguien lo puede modificar a cada instante?

Solo su explosivo final podrá responder a todas estas preguntas

lunes, 24 de noviembre de 2014

(D.F. 23) LA ANTESALA DEL INFIERNO


Cuando vinieron a buscar a Pablo, Julia se puso como loca, los mutantes le dieron un empujón tirándola encima del montón de basura, Casandra la ayudó a levantarse y Julia corrió a la puerta del sótano, desesperada, gritando y dando golpes. Casandra trató de consolarla, probablemente aquella era la última vez que vería a su hijo con vida.                                
─ ¡Vamos Julia! Hemos de intentar salir de aquí, en casa tenemos gente esperándonos.                                                                                                                        
─ ¡¿Pero que hay de Pablo?!                                                                                         
A Casandra le fue imposible encontrar una respuesta y se hizo un tenso silencio, apenas roto por los sollozos de la mujer ante la perdida de su hijo.             
La puerta se volvió a abrir, los mutantes que se habían llevado a Pablo volvieron con cuerdas para atar a las dos mujeres, tal vez para que se callaran o quizá sospechaban lo que intentaban. Julia se resistió inútilmente, suplicando por la vida de su hijo, lo cual le costó algún golpe, por suerte sus trajes las protegían incluso contra aquel maltrato. Una vez atadas, las tiraron sobre la montaña de basura allí acumulada.                                                                         
─ No se como puedes permanecer tan fría ante lo que nos está pasando ─ dijo Julia con voz ronca.                                                                                                           
─ Hemos de mantener la calma si queremos salir de está.                                             
Mientras una de las mujeres seguía sollozando en silencio hasta quedar casi agotada por la desesperación, la otra, de actitud aparentemente más dócil, ante los mutantes, en realidad seguía pensando en la mejor forma de salir de allí, sin saberlo, sus captores le hicieron un favor al tumbarla donde lo hicieron, con sus manos atadas a la espalda, tanteaba entre la basura buscando algún objeto lo suficientemente afilado para cortar las ligaduras, pronto encontró un trozo de cristal con el que comenzó la ardua tarea, pero las cuerdas eran muy gruesas y aquello podía llevarle su tiempo. Cuando empezó a notar que la cuerda se aflojaba lo suficiente, la puerta volvió a abrirse y dos mutantes entraron llevando consigo a Pablo, seguía vivo aunque una roída manta con un agujero en medio, como si fuera un poncho era lo único que cubría su desnudo, magullado y tembloroso cuerpo, incluyendo sus manos, también atadas a la espalda.                                                                                                                            
─ ¡A ver si mañana se te levanta! ¡Ja, ja, ja, ja! ─ se mofó uno de los mutantes antes de alejarse de allí.                                                                                   
─ ¡Oh, cariño! ¡¿Qué es lo que te han hecho!                                                             
─ Iban a matarme, pero… en el último momento han cambiado de idea. Quieren que les enseñemos a usar nuestras armas y… usarnos a nosotros para… para…                                                                                                                                
─ ¡¿Para qué?! ─ preguntó Casandra.                                                                         
─ Engendrar a sus… hijos ─ contestó casi sollozante.                                     
Casandra prosiguió con fuerzas renovadas el intento de cortar las cuerdas. Debían salir de allí, lo que aquellos monstruos les tenían preparado era peor que la misma muerte. Cuando por fin consiguió desatarse las manos y empezaba la misma labor ahora con la cuerda de los pies, volvió a abrirse la puerta y sin soltar el trozo de cristal que la había liberado,  retornó sus manos a la espalda, tumbándose nuevamente en la posición anterior, pero preparada para actuar si era preciso. En lo alto de la escalera, recortadas por la escasa luz que allí penetraba habían tres figuras deformes, un hombre con una extraña joroba y un bastón cubierto por extraños vendajes, el hombre llevaba una capucha y vendajes que le cubrían el rostro, junto a él una mujer y una niña mutantes las dos, que a Casandra les resultaron extrañamente familiares, la mujer se inclinó sobre su hija, le dijo algo al oído y la niña empezó a bajar las escaleras, portando un gran fardo en la espalda y un cuchillo, de afilada y brillante hoja.                                                                                                                   
─ ¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis?! ─ preguntó la aterrorizada Julia.                  
La niña en respuesta se limitó a llevarse el cuchillo a los labios indicándole silencio.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Jotacé. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

UN PASO AL FRENTE (Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido)

El pasado sábado 15 de noviembre tuve el placer de asistir en mi ciudad a la presentación de un libro, que aunque tiene más promoción que otros libros de otros compañeros y todavía no he tenido la oportunidad de leerlo, por lo que he visto en las distintas presentaciones  también pienso que es necesario darlo a conocer.


SINOPSIS

Imagina un mundo de castas en la que la casta minoritaria fuese la dominante. Esta casta controlaría la policía, la fiscalía, la justicia, la intervención, los auditores, los medios de comunicación y cualquier otro estamento relevante. Establecería un férreo control que impidiese que el resto de castas se manifestase en público, reprimiéndoles con dureza cuando infringiesen la ley del silencio e internándoles en cárceles o centros similares, después de juicios llevados a cabo por personas que jamás han leído un libro de derecho. Un lugar en el que los poderosos privan de libertad, acosan, o reprimen a quien desean, con total impunidad y con la connivencia de la justicia. La próxima vez que camines junto a un recinto militar recuerda que ese mundo se encuentra tras sus muros. Un paso al frente destapa las miserias del Ejército Español. El autor es militar en activo con participación en Afganistán y una experiencia de doce años.

lunes, 17 de noviembre de 2014

(D. F. 22) ATRAPADOS


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A pesar de aquellos trajes de supervivencia, resistentes y ajustados al cuerpo de sus ocupantes como si de una segunda piel se tratara, Julia, Pablo y Casandra pudieron ser inmovilizados con hoscas y gruesas cuerdas, por los mutantes y despojados por sus captores tanto de las armas como de las mochilas de supervivencia. Después fueron conducidos a un antiguo y ruinoso rascacielos. A su paso todos los habitantes de aquel nuevo mundo los miraban, algunos con ojos a veces, hambrientos, otros lascivos y otros tan solo con curiosidad. La mayoría de aquellos seres les increpaban o les decían lo que les esperaba. Sus guardianes les llevaron al oscuro sótano del edificio, por suerte para ellos los visores de sus trajes se adaptaron con suma facilidad a aquella oscuridad total. Aquel sótano estaba lleno de todo tipo de objetos pertenecientes a tiempos pasados y mejores, ahora convertidos en inservible y polvorienta basura. 
─ Espero que Arturo y Cesar consigan escapar ─ dijo Julia, sintiéndose impotente. 
─ Tal vez nosotros también podamos, ellos no saben que podemos ver en la oscuridad. ¡Venga ayudadme a mover esta mierda! ¡Buquemos una salida! ─ contestó la siempre resuelta Casandra, a pesar de la enorme montaña de basura. 
Aquella tarea podía llevarles horas y tal vez más tiempo del que precisaban. 
Roca llegó maltrecho y muy enfadado al campamento mutante, un par de horas más tarde. Fracasado en su propósito de atrapar a los dos supervivientes, les contó a los suyos lo ocurrido. 
 ─ ¡Que se marchen si quieren esos dos cobardes! ¡Esta noche comeremos carne fresca! ¡Traed al macho! ─ ordenó el líder mutante. 
 Los mutantes que fueron en busca de Pablo se encontraron con la sorpresa, de que a pesar de la oscuridad, los prisioneros lograron mover una buena parte de un lado a otro la basura del lugar, pero estos de momento seguían sin encontrar una de escape. Se llevaron a Pablo a la gran sala e informaron a Roca de lo ocurrido en el sótano prisión del edificio. 
─ Estos supervivientes no son como otros que hemos cazado otras veces, están llenos de sorpresas. ¡Atadlas de pies y manos! No me fío de ellas. 
Mientras las mujeres eran atadas en su agujero como había ordenado Roca, también a Pablo lo ataron de pies y manos con la deferencia de que a él fue a demás colgado boca abajo, luego con la ayuda de oxidados pero también afilados cuchillos, trataron con muy poco éxito romper aquel traje, pero se resistía más de lo esperado, finalmente encontraron la forma de quitarle la máscara protectora, Pablo tosió varias veces al respirar aquel aire viciado y contaminado. Luego con ayuda de unas enormes tijeras de podar y de fuerza bruta empezaron a romper el resto del traje, cada vez que lograban arrancar un trozo de aquella resistente tela la tiraban a la expectante concentración de mutantes que miraban casi hipnotizados el espectáculo. Le pusieron una mordaza a Pablo para que dejara de gritar mientras le agarraban el cabello para que dejara de agitarse. Tan solo los pies y parte de los brazos siguieron cubiertos por lo que quedaba de ropa el resto quedó al descubierto. Roca alzó un enorme cuchillo, se lo enseño a su público que pedía sangre y la tierna carne de su presa, acercó la afilada hoja a la garganta de Pablo, que cerró los ojos ante la inminente llegada de la muerte, pero antes de que el afilado filo del cuchillo llegara a su cuello, una mano se lo impidió. 

Jotacé.